Todos los años, cada 7 de agosto, miles de fieles se acercan a la Parroquia de San Cayetano, para agradecer o pedir por pan y trabajo.
La devoción en la Argentina a este santo, nacido en Vicenza en 1480, surge por una leyenda que cuenta que tras una sequía, un campesino oriundo del Liniers de fines del Siglo XIX le pidió a San Cayetano que el agua viniera, y para eso, le dejó una espiga de trigo a los pies de su imagen. Tres días después, llovió tanto que la ciudad se inundó.
Desde las 5 de la mañana las puertas del templo estuvieron abiertas para quienes desearan acercarse a rezarle al Santo.
Se celebraron misas por la mañana y las 15hs hubo una procesión en la plaza San Cayetano con la imagen de la Virgen del Cerro de Salta; a las 17hs el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Luganos, presidió la celebración de la misa y finalmente a las 19 y 21hs se llevaron a cabo las últimas liturgias del día.
La gran fiesta culminó con nuestros fuegos artificiales iluminando el cielo de Burzaco, en una jornada movida por la fe y la esperanza.